La transición a combustibles "ecológicos" en el sector marítimo pasa por una etapa complicada
El sector del transporte marítimo, responsable de la emisión de 1.000 millones de toneladas de CO2 al año (aproximadamente el 3% de las emisiones globales), enfrenta el reto de reducir su impacto ambiental. Se estima que, sin cambios en los procesos actuales, esta cifra podría alcanzar el 10% para 2050.
Actualmente, el sector depende de combustibles como el fuel-oil pesado y el gasoil marítimo (MGO), conocidos por su alto impacto ambiental. Shipping and Freight Resource señala que la transición a alternativas más ecológicas es compleja y requiere intervención gubernamental para ser efectiva. Irónicamente, recientes lineamientos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) complicaron ligeramente la situación.
Limitaciones autoimpuestas
EPA anunció normas sobre los volúmenes y mezclas de biocombustibles, incluyendo el MGO a partir de biomasa, el biocombustible celulósico y el biocombustible avanzado. El MGO de biomasa, una opción viable para la industria, tiene objetivos de volumen limitados a 3.040 y 3.350 millones de galones para 2024 y 2025, respectivamente. Esto resultó ser decepcionante, ya que la producción de MGO de biomasa ya superó los 3.000 millones de galones en 2023, y se esperaba un aumento continuo.
A pesar de la necesidad de una mayor adopción de combustibles ecológicos, la EPA estableció metas que no cumplen con las expectativas de crecimiento necesarias para alcanzar las cero emisiones netas. Sin embargo, estas cifras son sólo hasta 2025, y se espera que aumenten en años posteriores.
Alternativas renovadas, nuevas preocupaciones
La transición de los combustibles fósiles no es sencilla. Aunque el gas natural licuado (GNL) reduce las emisiones de CO2 en un 25% en comparación con los combustibles convencionales, también es un emisor significativo de metano. Además, el MGO de base biológica es considerablemente más costoso, entre un 70% y un 130% más que los combustibles tradicionales, lo que dificulta su viabilidad económica.
Las opciones de emisiones cero, como el amoníaco y el hidrógeno, presentan desafíos en términos de escalabilidad y seguridad. El amoníaco es altamente tóxico y corrosivo, lo que lo hace menos adecuado para largos viajes marítimos. El hidrógeno, por su lado, es inflamable y requiere almacenamiento a temperaturas criogénicas, complicando su uso.
Otra alternativa es el uso de baterías eléctricas, que actualmente sólo son viables para viajes de corta distancia. Estas podrían combinarse con otros combustibles en un sistema híbrido, similar al de los vehículos terrestres.
A pesar de la decisión de la EPA, la demanda y uso de biocombustibles sigue creciendo. La Agencia Internacional de la Energía estima que el crecimiento alcanzará los 41.000 millones de litros en 2026, un año después del periodo cubierto por la actual normativa sobre combustibles renovables.
El MGO de biomasa y otros combustibles de energía limpia son esenciales para enfrentar el cambio climático. Aunque la adopción no avanza al ritmo esperado, un sector marítimo con emisiones netas cero debería ser posible en el futuro.