Endiosar al héroe
En décadas recientes, la juventud en general se veía motivada a superarse, seguir adelante y alcanzar metas, en base a propósitos, ideales y referentes, ya fuesen familiares o personas relevantes que constituían un gran valor social, no solo por las premisas que promovían, sino por los aportes positivos que sus acciones reflejaban y aportaban a la vida y el desarrollo de la sociedad.
El porte de estos valores y acciones, llevaron a que ciertas personas trascendieran en el tiempo por sus cualidades de inteligencia, visión, trabajo, disciplina, confianza y coraje inquebrantables, sumados a un gran talento de naturaleza intrínseca o desarrollado.
Gobernantes, jefes religiosos, deportistas, empresarios, artistas y muchas personas comunes, han dejado grandes huellas positivas en la sociedad, debido a su marcada decisión de contribuir desde la paz, la unión, la empatía, el respeto a los derechos, acciones que han moldeado la vida de millones de individuos.
Personas como Nelson Mandela, admirado y universalmente respetado, icono de la lucha contra el apartheid, antiguo líder del Congreso Nacional Africano (ANC), primer presidente negro de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz. Su liberación en 1990 tras 27 años de cautiverio principió una complicada pero finalmente exitosa transición desde la dictadura segregacionista blanca hasta la democracia multirracial.
Mohandas Karamchand Gandhi, líder nacionalista, pero, por encima de todo, fue un defensor de la igualdad y la justicia. Luchó con gran ímpetu tanto para lograr la independencia de la India como para acabar con las desigualdades que padecía la sociedad de su país.
Y así, la lista resulta larga de la cantidad de personas ordinarias, que hicieron cosas extraordinarias, valientes, conmovedora, convirtiéndose en reales y verdaderos héroes y referentes, con cuyas acciones, reforzaron la fe y la esperanza en la humanidad.
Como es lógico, con el desarrollo y crecimiento de la sociedad, donde influyen y convergen factores de tipo cultural, esta percepción ha cambiado en lo absoluto, y ser digno de admiración va más allá de las cualidades altruistas, solidarias, de paz, humanidad, sino más bien, estamos inmersos en un tiempo caracterizado por el desarrollo de lealtades férreas hacia supuestos “influenciadores”, que promueven modelos de éxito pocos realistas y en ocasiones, cuestionables, basados en el exhibicionismo, ostentación, despilfarro y alarde de un estilo de vida, que deja poco a la imaginación y transmite ideas erróneas sobre el concepto de triunfo y victoria.
Pero esta nueva representación no solo se limita a factores materiales, sino que también arrastra consigo una serie de conductas que promueven formas malsanas, violentas y conflictivas de relacionarse, interactuar y divertirse, normalizando acciones que comprometen la convivencia en paz y el respeto a los derechos de los demás.
Es importante observar y analizar a quienes escogemos como nuestros guías y mentores.
No es posible que, a quienes decidamos seguirle los pasos, nos induzcan acciones que generen caos y altere la paz social con acciones violentas, fanáticas y egoístas, cargadas de individualismo.
Dejar una huella profunda y duradera es posible cuando se toca el alma de un país o de un semejante, cuando lo realizado eleva el espíritu de otros a niveles inesperados o inimaginables. Así lo inspiran líderes cuya voluntad no tiene límites y llevan a sus seguidores adonde jamás habían soñado llegar.
Si quieres buscar un referente, mira a tu alrededor y seguro encontraras muchos, pero si quieres conseguir un héroe, busca dentro de ti.