“Abordar los sistemas agroalimentarios de forma integral es una prioridad para la seguridad alimentaria en la región”
Para el director Regional de la FAO, el rol de la empresa privada es clave en la conexión de los mercados, llevando los alimentos desde donde son producidos a un costo menor hacia donde son escasos, estabilizando la oferta y por ende los precios de los mismos.
La seguridad alimentaria a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de
llevar una vida activa y sana. Esta situación varía en todo el mundo y puede ser afectada por una variedad de factores, como la pobreza, los conflictos armados, los desastres naturales, la inestabilidad política, la falta de acceso a agua limpia y saneamiento, el cambio climático, entre otros. Es un problema importante en muchas regiones del mundo, especialmente en países en desarrollo.
Conversamos con Mario Lubetkin, director Regional de la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura para conocer el panorama en la región sobre esta situación y cuáles serían las perspectivas de cara a los próximos años.
¿Cómo evaluaría la situación de la región en términos de seguridad alimentaria?
Desde el 2014, el hambre y la inseguridad alimentaria han aumentado en el mundo llegando a 828 millones de personas en 2021. Entre 2015 y 2021, el hambre aumentó más en América Latina y el Caribe que en el resto del mundo, particularmente entre 2019 y 2021, años en los que se acercó al promedio mundial. Entre el 2019 y el 2021, el número de personas que sufren hambre en la región aumentó de 43,3 millones a 56,5 millones, un incremento del 30 %.
En 2021, 56,5 millones de personas sufrieron hambre en la región, situación que también fue afectada por el impacto de la pandemia causada por la COVID-19 y el 40,6% de la población regional experimentó inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación a un 29,3% de la población a nivel mundial. La inseguridad alimentaria severa también es más frecuente en la región (14,2 %) que en el mundo (11,7 %).
La región enfrenta la doble carga de la malnutrición, el 7,5% de los niños menores de 5 años presentaron sobrepeso en 2020, lo que representa 2 puntos porcentuales por encima del promedio mundial (5,7 %); alejándose de la meta del Objetivo de Desarrollo 2 de mantener el sobrepeso en niños menores de 5 años por debajo del 3 % para el 2030. La obesidad en adultos presentó un aumento significativo en toda la región entre 2000 y 2016, afectando a casi una cuarta parte de la población (24,2 %), muy por encima del promedio mundial del 13,1 %.
Estas tendencias en la inseguridad alimentaria podrían explicarse por el hecho de que los países de la región, en promedio, tienen el nivel más alto de desigualdad de ingresos (45.9 %) en comparación con las demás regiones. La CEPAL ha proyectado que la cifra de pobreza alcance a 201 millones de personas y la pobreza extrema a 82 millones a finales del 2022. Esto significa un retroceso de 10 a 12 años en los esfuerzos por reducir la pobreza y el hambre en la región.
¿Cómo considera que deben transformarse los sistemas agroalimentarios en Latinoamérica y el Caribe? ¿Cuáles son los grandes desafíos a vencer?
La transformación de los sistemas agroalimentarios en Latinoamérica y el Caribe es un proceso complejo que implica cambios en múltiples dimensiones, incluyendo la productividad agrícola, la diversificación de cultivos, la sostenibilidad ambiental, la inclusión social y la equidad de género. Estos cambios son necesarios para abordar los desafíos actuales y futuros de la región, como la seguridad alimentaria, la pobreza rural, la migración y el cambio climático.
Desde FAO a través de nuestro marco estratégico buscamos respaldar la agenda 2030, mediante la transformación de los sistemas agroalimentarios, para que estos sean MÁS eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, para conseguir estas cuatro mejoras:
- Mejor producción
- Mejor nutrición
- Mejor medio ambiente
- Mejor vida, sin dejar a nadie atrás.
Las cuatro mejoras constituyen un principio organizador sobre cómo la FAO pretende contribuir en forma directa al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 1 (fin de la pobreza), el ODS 2 (hambre cero) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades) y para respaldar el cumplimiento de la Agenda 2030 en general.
Las mejoras reflejan las interconexiones entre las dimensiones económica, social y ambiental de los sistemas agroalimentarios. Por consiguiente, también fomentan un enfoque estratégico y orientado a los sistemas en todas las intervenciones de la FAO.
En ese sentido la transformación de los sistemas agroalimentarios debe ir orientada hacia los siguientes puntos:
- Promover la agricultura sostenible y la agroecología: esto implica fomentar prácticas agrícolas que sean respetuosas con el medio ambiente, y que promuevan la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas agrícolas.
- Mejorar el acceso a los mercados y la comercialización: esto implica promover el desarrollo de cadenas de valor inclusivas y sostenibles, y mejorar el acceso de los pequeños agricultores a los mercados locales, regionales e internacionales.
- Fomentar la participación de los jóvenes y las mujeres en la agricultura: esto implica promover políticas y programas que fomenten la inclusión social y la igualdad de género en el sector agrícola.
- Fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios frente a los impactos del cambio climático: esto implica promover prácticas agrícolas que sean resistentes al cambio climático, y mejorar la capacidad de los agricultores para adaptarse a los impactos del cambio climático.
Es muy importante trabajar en colaboración con los gobiernos, el sector privado, los agricultores y otros actores clave para desarrollar soluciones integradas y sostenibles que aborden los desafíos a largo plazo de la región, como son:
- El hambre y malnutrición pues a pesar de que la producción mundial de alimentos es suficiente para alimentar a toda la población. “El desafío es el acceso a los alimentos, no es un tema de producción”.
- Pérdida y desperdicio de alimentos: se estima que un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o desperdician, lo que tiene consecuencias negativas para el medio ambiente y la economía.
- Cambio climático: la alteración de los patrones climáticos y la intensificación de los desastres naturales afectan negativamente los sistemas agroalimentarios. La degradación del suelo y el acceso al agua, son también desafíos importantes a superar.
Una de las puntas de lanza de la FAO es la agricultura familiar, ¿cómo un país como la República Dominicana puede implementar este concepto? ¿qué adelantos se han llevado a cabo?
La FAO ha impulsado el tema de la Agricultura Familiar (AF) durante los últimos años a nivel mundial. En el marco del Decenio de la AF que declaró el Consejo General de las Naciones Unidas, se realizó en la República Dominicana el lanzamiento Regional para América Latina y el Caribe de dicho decenio y se presentó en el evento el Plan Nacional de AF del país, siendo uno de los primeros planes de AF de la región.
Hoy se considera la Agricultura familiar como una solución a varias crisis, como la de cambio climático o la crisis de obesidad que los países de nuestra región están viviendo. Los productos de la agricultura familiar son producidos de forma más sostenible y en general más saludables.
Recientemente, en la Cumbre de Jefes de Estados realizada en República Dominicana se aprobó una RUTA CRITICA PARA ALCANZAR UNA SEGURIDAD ALIMENTARIA INCLUYENTE Y SOSTENIBLE EN IBEROAMERICA, donde se propone, entre otras cosas, la necesidad de expandir el acceso de productores y productoras de agricultura familiar a los mercados. Además de apoyar las ventas directas de productores familiares a consumidores aprovechando las herramientas de digitalización que hoy tenemos para el comercio.
República Dominicana tiene el sector turístico, que es un gran comprador de alimentos. Este sector brinda oportunidades basadas en la demanda para un desarrollo con inclusión, en este caso de los productores que están en los entornos de las zonas turísticas. Eso va a fortalecer enormemente las economías locales.
Muchos países de Latinoamérica y Caribe, incluido República Dominicana, con el apoyo técnico de la FAO, están mejorando los programas de alimentación escolar, en base a la agricultura familiar. Está comprobado el impacto que tiene para la nutrición y para la economía, que lo que coman los estudiantes provenga de la producción local del entorno de las escuelas.
En la región, la agricultura familiar es sinónimo de salud, de alimentos nutritivos. Se trata de un sector económico que produce sosteniblemente y de forma saludable. No es la agricultura de los pobres. Es un sector que aporta extraordinarias oportunidades de desarrollo.
El Gobierno Dominicano está muy interesado en fortalecer la institucionalidad relacionadas con la AF para que éstas puedan brindar un mejor servicio a los pequeños y medianos productores. La agricultura familiar, necesita políticas públicas especializadas, porque tiene desafíos distintos a la agricultura consolidada a mayor escala. Por ejemplo, muchos países en la región han avanzado en leyes sobre agricultura familiar. República Dominicana tiene todos los elementos también para avanzar en ese sentido.
¿Considera que en la región, gobiernos, empresas y sociedad en general, están conscientes de su papel frente al cambio climático y sus consecuencias, especialmente en la seguridad alimentaria?
Sin duda hay una dinámica importante en este sentido. Ya existe una mayor conciencia a nivel mundial de la importancia de trabajar juntos para hacer frente al cambio climático y la seguridad alimentaria. Un ejemplo de esto es la reciente Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno que se celebró en el país, donde se dieron cita 16 presidentes de Iberoamérica y se asumieron una serie de compromisos importantes, entre ellos: La Carta Medioambiental Iberoamericana” y “La Ruta Crítica para alcanzar una Seguridad Alimentaria Incluyente y Sostenible en Iberoamérica”
En el país firmamos recientemente el Marco de Programación de País (MPP) en el que definen tres áreas prioritarias: Sistemas agroalimentarios sostenibles, Sociedades rurales prósperas e inclusivas y Agricultura sostenible y resiliente y que por primera vez integra a los Ministerios de Economía, Agricultura y Medio Ambiente.
Además, como ustedes saben, la evidencia científica pone de manifiesto la urgencia de acelerar la acción climática a nivel global y regional cuanto antes. Los últimos reportes sobre cambio climático del Sexto Informe de Evaluación (AR6) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), e informes como el Estado del Clima Mundial 2021, el Estado del clima en América Latina y El Caribe 2021, son claros al respecto y brindan un contexto desafiante tanto a nivel global como regional. Esta problemática está siendo cada vez más evidente para todos los actores de la sociedad, pero aún queda un largo camino por recorrer.
Es por eso que desde FAO estamos desarrollando una maciza agenda en esta materia:
Para el sector de la agricultura, son al menos cuatro las líneas de actuación, a las cuales debemos dar mayor énfasis:
- Primero, la colaboración entre países de la región es clave, para que a alto nivel se oriente y apoye un desarrollo productivo adaptado a los efectos del cambio climático, resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero. Con ese foco, en la COP25 se lanzó la Plataforma de Acción Climática en Agricultura de Latinoamérica y el Caribe, PLACA, que hoy está conformada por 13 países miembros 6 organizaciones asociadas y una Secretaría compuesta por la CEPAL y por la FAO.
- Segundo, la región tiene un gran potencial de producción de alimentos, pero nuestros sistemas agroalimentarios deben ser resilientes, ajustándose a los inminentes cambios que vienen y mitigando los efectos del cambio climático que ya se presentan. Para ello, las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC) de los países, son un gran instrumento.
- En tercer lugar, es fundamental fortalecer la participación y posicionamiento de la región en los procesos internacionales de negociación. En este sentido, se destaca la Labor Conjunta de Koronivia sobre la Agricultura (KJWA), decisión que reconoce el potencial único de la agricultura para hacer frente al cambio climático y sus impactos.
Por último, debemos encontrar, desarrollar, y promover acciones que, aplicadas a gran escala, permitan la adaptación y mitigación del Cambio Climático. Para lograrlo, son muchas las acciones que se deben tomar, es un esfuerzo conjunto de múltiples actores. Un ejemplo de esto es el proyecto coliderado entre FAO y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Stalin up Climate Ambition en Land Use and Agricultura through nationally determined contributivos and National Adaptation Plan (SCALA), el cual apoya a 12 países a nivel mundial. Con este proyecto esperamos mejorar la capacidad para identificar y evaluar acciones innovadoras y transformadoras, fortalecer planes para integrar las prioridades relacionadas con el clima en los sectores de agricultura y uso de la tierra.
En la FAO estamos trabajando activamente en esto, con sentido de urgencia, y no nos detendremos en apoyar a los países de la región para avanzar en la transformación de los sistemas agroalimentarios
¿Cuáles son los proyectos que trajo la FAO a la mesa de la Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno?
La FAO vino acompañando a sus Estados Miembros en las prioridades establecidas por los gobiernos para dar respuesta a las demandas y necesidades que enfrenta la población ante el incremento del hambre y la seguridad alimentaria.
La XXVIII Cumbre de jefe de Estado de Iberoamérica, eligió la Seguridad Alimentaria, como uno de los pilares de esta reunión, con el fin de aprobar una Estrategia de Seguridad Alimentaria, que nos ayude a reducir estas cifras en la región.
La actual Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno constituirá, sin duda, una extraordinaria oportunidad de apoyar y fomentar los acuerdos regionales necesarios para impulsar soluciones innovadoras y coordinadas que nos permitan alcanzar la transformación de los sistemas agroalimentarios.
Las soluciones y medidas de respuestas deben ser tangibles y ser implementadas de manera conjunta, diseñadas con mayor sostenibilidad y resiliencia y reconocer que los procesos de integración y cooperación regional son más necesarios que nunca.
¿Cómo la empresa privada puede aportar en el alcance la seguridad alimentaria?
Para la FAO, abordar los sistemas agroalimentarios de forma integral es una prioridad. Es necesario conectar los mercados y llevar los alimentos desde donde pueden ser producidos a un costo menor hacia donde son escasos, estabilizando la oferta y por ende los precios de los mismos. En este punto el rol de las empresas privadas es clave.
Las empresas privadas de todos los tamaños deben aspirar a crear mercados verdaderamente inclusivos con modelos de negocio que respeten los derechos humanos, promuevan el trabajo decente y la igualdad de género, valoren la rendición de cuentas y respeten el medio ambiente.
Junto a nuestros Estados Miembros, estamos trabajando y generando evidencia y asistencia técnica directa basadas en una gran variedad de instrumentos analíticos - científicos, trabajo normativo, datos y medidas de análisis y de respuesta rápida en terreno para impulsar la producción y el comercio agroalimentario, medidas como:
- Mantener abierto el comercio de alimentos y fertilizantes, reduciendo medidas de restricción a su comercio internacional y fortaleciendo el comercio intrarregional.
- Mejorar la transparencia del mercado y evitar la especulación a través del aprovechamiento y uso de herramientas y plataformas digitales para transparentar el acceso a la información.
- Apoyar a través de alianzas público - privadas al desarrollo de la agricultura familiar y pesca artesanal para mantener la producción de alimentos nutritivos e incrementar el desarrollo territorial.
También para mejorar la producción y el comercio de alimentos, e impulsar la seguridad alimentaria en nuestra región algunas acciones que se puede coordinar con la empresa privada son:
- La financiación a largo plazo de inversiones del sector público coordinadas con inversiones de empresas, bancos multilaterales de desarrollo y donantes, para aprovechar el potencial de crecimiento del sector agroalimentario y las oportunidades de negocio que este genera.
- Promover la inversión en infraestructura hídrica e iniciativas de producción de alimentos en la región centroamericana, reduciendo los efectos del cambio climático, generando fuentes de ingresos para la población y reduciendo significativamente la migración.
- Generar un amplio programa regional de infraestructura para la producción, almacenamiento y transporte de alimentos por vía terrestre, marítima, fluvial y multimodal, facilitando el comercio intrarregional y las exportaciones a mercados extrarregionales.
- Ampliar la escala de la asistencia agrícola, generando capacidades locales en terreno para garantizar la disponibilidad de alimentos de forma permanente, sostenible.
¿Cuál es la visión de la institución y qué perspectivas maneja la FAO para la región?
América Latina y el Caribe es una importante fuente de producción de productos pesqueros y agrícolas, representando el 13 por ciento de la producción mundial. La región es también el principal exportador neto de alimentos y productos agrícolas. No obstante, si las tendencias actuales continúan como hasta ahora, será imposible alcanzar los ODS para 2030, especialmente la erradicación de la pobreza y el hambre cero.
Para enfrentar esta situación es necesaria la solidaridad, la cooperación y la integración entre las naciones latinoamericanas y caribeñas. Quisiera remarcar la importancia de estos espacios de integración y confluencia del diálogo regional para la concertación política, en un contexto en el que las instituciones multilaterales necesitan innovar para responder a una crisis sin precedentes.
Entendemos que la realidad y necesidades de la región son diferentes, y los problemas demandan soluciones específicas. Algunas acciones que hemos identificado continuar fortaleciendo nuestra cooperación técnica por ejemplo son:
- La inversión en infraestructura hídrica e iniciativas de producción de alimentos en la región centroamericana, reduciendo los problemas que trae la sequía, generando fuentes de ingresos para la población y reduciendo significativamente la migración.
- La mejora del intercambio de alimentos entre los países de la región andina.
- La ampliación del acceso a los mercados internacionales para los países exportadores de alimentos, como los países del Cono Sur.
- La generación de un amplio programa regional de infraestructura para la producción, almacenamiento y transporte de alimentos por vía terrestre, marítima, fluvial y multimodal, facilitando el comercio intrarregional y las exportaciones a mercados extrarregionales.